Miles de patitos de goma nadaron en una competición sin precedentes por las aguas del Nervión por una causa benéfica en una agradable y soleada jornada. Rodeados y apoyados por niños y mayores que siguieron atentamente el progreso de tan extraños nadadores.

El pasado domingo 13 de Octubre tuvo lugar la primera carrera solidaria de patitos de goma de Bilbao. Las orillas de la Ría en las inmediacioes del Puente del Ayuntamiento se encontraban abarrotadas cuando tres camiones de bomberos hicieron su aparición dispuestos a lanzar miles de patitos de goma a las aguas del Nervión. Uno de los camiones se dirigió al centro del puente y se colocó en perpendicular a la circulación, cortando dos de los carriles y se subió sobre la acera hasta casi tocar la barandilla. Los asistentes dejaron escapar un grito al ver que casi golpea el metal por miedo a que cayese al agua. Los otros dos camiones, en cambio, no se acercaron al puente, se situaron cada uno en uno de los laterales.

El publico espera la carrera
El publico espera la carrera

Los organizadores comentaron a los periodistas que estaba prevista una traca de sonoros fuegos artificiales desde el puente a fin de dar más notoriedad al acto. Y el lanzamiento de dos chorros de agua desde los camiones de bomberos que se habían quedado en las orillas para formar dos arcos sobre el agua. Pero el plan fue un desastre. Nadie había dado orden de cortar el acceso al puente, por lo que curiosos, turistas y fotógrafos se agolpaban en él, impidiendo así lanzar la traca con las medidas de seguridad adecuadas. El agua en cambio si que se lanzó, mojando a todo aquel que se encontraba bajo su chorro. Hay que tener en cuenta que se trataba del chorro de agua de una manguera de bomberos: potente y de gran caudal. Fueron numerosos los espectadores que tuvieron que escapar, empapados, de los lugares que habían elegido para ver el esperado “al agua patos” que iba a tener lugar. Uno de los afectados fue un periodista. Tanto él, como su vestimenta y cámara, una 5D de Canon por cuya vida cabe temer tras semejante chaparrón, acabaron calados. “¡Nadie nos ha avisado de que fuesen a tirar agua!”, comentó mientras hablaba con sus compañeros notablemente molesto por la situación. En la Ría había piragüistas y personas con padel que iban a seguir desde el agua la carrera y que gritaron malhumorados mientras se intentaban proteger del inesperado chaparrón.

El agua paró y la plataforma del camión de bomberos comenzó a deslizarse. Cientos de patitos de amarillos cayeron desde el interior mientras se desplegaba una pancarta gigante que llegaba hasta el agua en la que se veía el logotipo de la organización “WOP, Walk on Project”. Digo cientos y no decenas de miles como venían anunciando los distintos medios de comunicación. Ya que lejos de ser 30.000 patitos, que era el número que se barajaba, fueron 3.000 los participantes en la carrera según uno de los organizadores del evento. No he conseguido saber de dónde ha salido el dato de 30.000, de echo, en la página web de la estropatada, no se expone el número exacto, sino “miles”.

Miles de patos caen a la Ría
Miles de patos caen a la Ría

Sea cual se el número exacto, la realidad es que una marea amarilla cubrió rápidamente varios metros de la Ría. Una marea lenta debido al viento en contra que impedía el avance de los patitos. Tan lenta que los asistentes fueron caminando pausadamente hasta la zona de meta, que se encontraba a algo más de 2km de distancia, bajo el Puente Euskalduna. Por desgracia, tuvieron que ser prácticamente remolcados como si de un banco de medusas se tratase, por unas traineras. De esta manera los patitos se amontonaban pareciendo aun menos de los que eran y dejando de ser una majestuosa marea amarilla sobre la Ría para convertirse en una rayita amarilla que genero cierta desilusión entre los asistentes.

Entre las anécdotas divertidas de la carrera, los participantes que fueron descalificados. Supuestamente solo competían en la carrera los patos que los Bomberos lanzaron desde el puente del Ayuntamiento. Estos patos llevaban un geolocalizador y un código en una etiqueta que iba pegada a su cuello. De este modo, quien quisiese participar, compraba su pato por 5€ (dinero destinado a fines benéficos) y desde su móvil tenía acceso a dónde estaba posicionado exactamente. Pero, varios ciudadanos pensaron que todo el mundo podía competir con sus propios patos y lanzaron al agua patitos de goma personalizados: egipcios, indios, diavólicos… Hubo incluso un pato teledirigido que era propulsado por una pequeña hélice. Estos “patos pirata”, tal y como denominaron los organizadores, fueron tristemente descalificados por motivos tales como “no llevar el bañador homologado”.

Pato pirata que se negó a participar
Pato pirata que se negó a participar

A las 17:26, casi media hora después de lo previsto, llegó el primer patito a la meta. Seguido por segundos del resto de los competidores, ya que iban todos en tropel arrastrados. En la explanada del museo cientos de personas se agolpaban esperando ver el patito ganador y recibir el premio.

A pesar de todos los problemas resultantes, normales en parte debido a que era la primera convocatoria y a la escasa corriente y el viento en contra, el resultado y la participación ciudadana fueron magníficos. Cientos de familias acompañaron el acto solidario y pasaron una agradable y soleada tarde de domingo entre las diferentes actividades que había bajo el puente Euskalduna. Hinchables, comida, rocódromo, cuentacuentos, concierto…

Sin duda un evento diferente y entretenido por una buena causa.

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