El hambre llama a la puerta

Amaia Pascual 18/10/2013
Cada día aumenta el número de ciudadanos que desesperados ante su situación económica se ven en la necesidad de salir de sus casas a mendigar. Ya no son inmigrantes o personas con problemas de drogadicción las que acuden portal por portal y piso por piso a pedir. Son vecinos, personas próximas a las que se les ha agotado la prestación por desempleo. Hombres y mujeres de mediana edad, jóvenes para algunos, pero excesivamente viejos como para encontrar un nuevo trabajo. Puede que el trabajo de un periodista consista en mantenerse al margen para informar de la manera más imparcial, pero la situación ha llegado a un punto tal que entre datos, y vivencias, se hace imposible no sentirse afectado.

La semana pasada me encontraba cocinando cuando un hombre de unos 50 años, nacional, llamó al portero automático «Hola, soy un señor que viene de vez en cuando a pedir ayuda». Al llegar arriba me dijo que llevaba parado 3 años y hacía unos meses que tuvo que recurrir a pedir limosna o comida, que el hambre podía a la vergüenza ya que los servicios sociales no dan a basto. Hace un par de días se acercó hasta mi hogar una mujer con un bebé, pidiendo, no dinero, sino comida. Necesitaba algo para comer. Finalmente, este mismo medio día, nuevamente un hombre, también nacido en Bilbao ha venido pidiendo algo. «La comida también es dinero, por favor, lo que pueda», me ha contestado cuando le he dicho que mi economía tampoco pasa por mi mejor momento. Tras coger unas latas y unas monedas que he podido ofrecerle se ha marchado, agradecido. No piden dinero para ir a comprar, no piden dinero para otras cosas, necesitan comida. Ciudadanos, vecinos, amigos… están pasando hambre.

Es entrañable el anuncio televisivo en el que se muestra las dificultades sociales que atraviesan varias familias que llevan a tener problemas para alimentar a sus hijos: «Mamá me ha hecho para cenar un bocata mágico, pan con pan y yo me imagino lo que hay dentro». Esta iniciativa de Educo pretende recaudar ayuda para este tipo de familias en peligro de exclusión social, o más bien, socialmente excluidas.

Otro de los nuevos métodos de pedir ayuda que me llegó al alma, fue el de la fotografía que acompaña a este artículo. La base de un paquete de galletas junto a un papelito pidiendo una ayuda ¡en un cajero! Ese lugar al que todos vamos a sacar dinero, en el que si entras sí o sí tienes dinero, pero en el que no había más que unos céntimos.

Piden dinero en un cajero automático
Piden dinero en un cajero automático

En el ayuntamiento de Bilbao afirman que nadie pasa hambre, pero a pie de calle las cosas parecen diferentes. Si nuestros vecinos han superado la vergüenza que supone tener que mendigar y van de casa en casa en busca de ayuda, no creo que sea porque realmente sea sencillo comer de otro modo.

En Bilbao, como en tantas otras ciudades, el número de locales que dispensan alimentos de manera gratuita para ayudar a los más necesitados es cada vez más numeroso. El hambre ya no es algo de otro continente, sino algo cercano que ataca a nuestros vecinos y conocidos. En el País Vasco con hay datos oficiales sobre el número exacto de personas que acuden a comedores sociales ya sean gestionados por el ayuntamiento, organizaciones sociales o ayuntamientos. Pero en todos ellos están de acuerdo en que el perfil de los usuarios está cambiando. Varios voluntarios de las asociaciones dedicadas a las acciones humanitarias confirman que cada vez son más los vascos que acuden en busca de ropa y alimentos. El Ayuntamiento de Bilbao dispone de un servicio social en el que se facilita bienes de primera necesidad a quien los precise. Pero estas medidas parecen no ser suficientes. Las subvenciones por parte del ayuntamiento a los comedores sociales hace cuatro años era de 475.000€ y este año, ha ascendido hasta 680.000.

Esta misma semana un joven Bilbaino se ha puesto en huelga de hambre a fin de llamar a atención y rogar por un cambio. El país está viviendo momentos tremendamente duros. Los pobres ya no están tan lejos, no es algo que nos pille de refilón, abramos los ojos, cerca necesitan nuestra ayuda.

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